Lo mejor de todo fue que los aficionados más jóvenes, tus hijos y los míos, pudieron disfrutar de una mañana increíble también. ¿Cómo lo hicieron? Pues gracias a los juegos previos que se organizaron con el equipo y en los que participaron junto a ellos.
¡Qué buen rato pasaron!
Hay que destacar la implicación tan espectacular que tuvieron Manu y Candela, dos miembros emblemáticos del VRAC. Los niños estuvieron encantados de conocerlos, jugar y aprender un poco más sobre el rugby de su mano, y eso lo convirtió en una experiencia inolvidable.
Y aunque el resultado del partido no fue el que estábamos esperando, no hubo nada que pudiera estropear el ambiente. Las familias de la Atenea se lo pasaron estupendamente animando a nuestro equipo en cada jugada y celebrando cada jugada buena.
En definitiva, fue un domingo que mereció la pena vivir. ¿No crees?
¡Qué privilegio poder compartir nuestra pasión por el rugby juntos!
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